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domingo, 6 de agosto de 2017

Lo que no se quiere enfrentar: Conceptos espantapájaro

Tengo todo para ser feliz, ¿por qué no lo soy?


"En una de las primeras consultas formales fue la visita de un hombre que planteó
la pregunta siguiente “Tengo todo para ser feliz, ¿Por qué no lo soy?”. Este hombre,  de  unos  sesenta  años,  era  médico  y  se  describía,  en  efecto,  como teniéndolo todo para ser feliz: “Una existencia sin demasiadas preocupaciones, una  familia  feliz,  una vida  profesional  y  social  de  éxito,  viviendo con  desahogo material y llevando incluso una actividad artística gratificante...” Sin embargo, no llegaba a encontrar la felicidad, llegaba incluso a sentirse de vez en cuando muy desgraciado. Esto no le impedía funcionar, ni siquiera le obsesionaba de manera enfermiza:  cuando  hablaba,  tenía  incluso un  cierto  desapego  en la  observación de esta contradicción relativa a su funcionamiento psíquico. Deseaba, de  todos modos,  comprender  la  naturaleza  de  este  hecho,  deseo  que  le  perseguía  de algún  modo.  Como  le  pregunté  por  aquello  que  en  su  existencia  le  hacía  más feliz,  me  respondió  que  la  música.  


Le  pedí  que  precisara  y  me  explicó  que tocaba la flauta travesera, que hacía parte de un conjunto de música de cámara y que  participaba  de  vez  en  cuando  en  algún  concierto.  Cuando  tocaba  la flauta, me  confesó,  le  parecía  encontrar  en    mismo  una  paz,  desprovista  de  toda sombra,  que  no  encontraba  en  nada  más.  Puesto  que  ahí  se  encontraba  el secreto  de  la  felicidad  de  este  hombre, decidí  profundizar  en  la  naturaleza  de aquello que le hacía tan feliz. “¿Qué es lo que le hace tan feliz cuando toca la flauta?” le pregunté. Su respuesta fue un poco sorprendente. “Lo que más me gusta, es el tecleo, el movimiento de los dedos sobre las teclas, y la sensación de fragilidad de la columna de aire en el corazón de la flauta que se hace palpable como un ser vivo”.


 Había notado desde el inicio de la conversación, el marcado empleo  que  hacía  de  diversas  expresiones  de  tipo  material  u  orgánico  para expresarse o responder a mis preguntas, pero en este momento, me resultó más chocante. La descripción de la música como una actividad exclusivamente física, pues  así  describía  el  hecho  de  tocar  aquel  instrumento,  resultaba  un  tanto sorprendente.  Le  pregunté  que  qué   música  tocaba,  puesto  que  no  hablaba  de ello, contentándose con describir su relación con un objeto material erigido en ser viviente. “¿Qué le gusta tocar principalmente?”. Sin dudar, me respondió “Mozart”. Entonces ¿Mozart se resume a un tecleo  y  a  una  columna  de  aire? Me   miró   de   una   manera   extraña,   casi   incrédula   ante   una   pregunta   tan descabellada, y aceptó de todos modos responderla. “No, ¡Mozart, es mucho más que eso! Mozart....” No terminó la frase y se quedó pensativo. Le animé: “No ha terminado su frase, ¿Qué es Mozart?” Hizo como si saliera de una profunda ensoñación, esbozó un gesto con la mano para darse ánimo o sostener sus propias palabras, diciendo “Mozart, es...” Pero no terminó su frase, el gesto se  interrumpió,  su  mano  se  paralizó  en el  aire,  y  la  dejó  caer  pesadamente  ya que las palabras no le venían. El color de su cara cambió, sus rasgos estaban un poco  descompuestos,  y  su  cuerpo  se  hundió  lentamente  en  el  asiento.  Aquel hombre  no  era  el  mismo,  había  visto  algo,  algo  cuya  naturaleza  exacta  yo ignoraba, algo que podía solo presentir. Ciertamente no me había respondido, y evidentemente no podía responder en su lugar, podía vagamente imaginar de lo que se trataba. 


Pero él había percibido el “problema”, verdadero pozo sin fondo en  su  pensamiento:  la  ausencia  de  respuesta  es  a  veces  una  respuesta  tan consistente como una “verdadera” respuesta: la ausencia se debe a menudo a una presencia todavía más plena y más formidable que la presencia efectiva. Lo vacío  dice  a  menudo  más  que  lo  lleno,tanto  para  las  palabras  como  para  las personas"

Conceptos espantapájaro


Con este caso de una de las primeras consultorías filosóficas que realizó, Oscar Brenifier comenzaría a formular la idea de los conceptos espantapájaro


Los conceptos espantapájaros son una forma de evitar afrontar una realidad o -dicho de otra manera- algo que se prefiere no ver



Este no ver no hace en ningún momento referencia al concepto psicoanalítico del inconsciente. Mas bien hace referencia a estructuras de pensamiento y de vida no reflexionadas, pero no por ello ocultas en un velo de terno misterio como lo concebía Freud. 


En este sentido, la consultoría filosófica no busca "sanar", ni hacer "hacer consciente lo inconsciente". Sino que más bien busca reflexionar en torno a aquello que se da por hecho y se evita, lograr vislumbrarlo. Pero lo que pase después, si se quiere enfrentar o no, es decisión libre y absoluta de la persona por cruel que suene y, sin embargo, respetando la libre determinación de la persona de forma radical.


Los conceptos espantapájaro los elegimos sin querer. Huimos de él o ellos pues suelen girar entorno al aniquilamiento del ser, la cesación del mismo, la encarnación de la nada. Basta decir que cada uno de nosotros tendrá su propio concepto espantapájaro que encarne esta nada. 





Origen de los conceptos espantapájaros


Mucho tiempo después del caso, Brenifier se puso a reflexionar sobre el posible origen de dichos conceptos. Para esto hay que considerar una idea de Spinoza: aquello que no elegimos dice tanto de nosotros como aquello que elegimos. 



Si el hombre es libre, elige. Pero elegir implica siempre dejar algo de lado. Nuestra vida se basa en aquellas elecciones así como en aquellas cosas que dejamos de lado al elegir: gustos, amores, opciones, actos...como diría Sartre, "somos lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros"



De elegir unas cosas y abandonar otras, se va conformando la filosofía de vida de cada uno, aquella forma de ver el mundo, lo que nos rodea, lo que nos sucede, lo que creemos.






Sin embargo, no siempre somos plenamente consciente de aquellos que tomamos. Esta falta de consciencia o de reflexión entorno al material extra consciente (en términos de Jaspers) es el origen de dichos conceptos. Cómo baluartes de seguridad personal, están ahí para impedir ver aquel concepto que nos consume, lo que Brenifier llamó también agujero negro del pensamiento, porque -comos los agujeros negros astronómicos- consume la energía y vitalidad de la persona.




¿Son malos los conceptos espantapájaros?


Estamos acostumbrados a querer catalogar todo como bueno o malo, o, en su defecto, como sano o patológico -como lo hace la medicina y la psicología-; sin embargo, en la consultoría filosófica no se hacen dichas categorizaciones. Los conceptos espantapájaros simplemente "son", están ahí. no es un defecto ni una enfermedad o trastorno aún cuando puedan crear modos inadecuados de vivir o infirmidades


Uno invita al acompañado a contemplarlo y-aunque suene inhumano- lo que haga con ello no es asunto nuestro puesto que se respeta al máximo su libertad como individuo. En este sentido, aquél que se acerca a la consultoría filosófica ve y escucha aquello que no quisiera ver y escuchar. Se le invita a bailar, pero el decide si quiere seguir el compás o irse tal como sucedió con el médico.





Conocerse a uno mismo



Los conceptos espantapájaros, aunque desagradables muchas veces, llevan al propio autoconocimiento. Quizá sean de hecho -como encarnaciones de la nada- los únicos que nos hacen capaces de llegar a saber nuestros límites conceptuales y existenciales, sin conocer dichos límites nuestro autoconocimiento es sólo una ilusión más.



La historia que contamos de nosotros mismos determina nuestra identidad, por eso son dolorosos. Pero habría que preguntarse si no es más doloroso, al final, vivir una mentira por hermosa que sea que una verdad por difícil de asumir.






 Y quizá ese sea también uno de los tantos problemas de nuestra sociedad actual: Nos han hecho creer la ilusión de que se tiene que ser perfectamente feliz y que todo sufrimiento o desdicha es algo indeseable y no debería existir. Basta ver todos los libros de autoayuda que repiten esta idea y dan recetas a discreción para alcanzar la felicidad, una felicidad entendida como mero sentimentalismo y no como plenitud del ser como la concibió en su momento Aristóteles.


¿Te atreverías a mirar más allá de lo que das por sentado de ti mismo y del mundo? ¿Qué opinas al respecto?


sábado, 22 de julio de 2017

Muerte humana: Más que sólo morir

La muerte como problema

La muerte es uno de los temas más desconcertantes para el ser humano y ha sido objeto de debates religiosos, científicos y filosóficos a lo largo de la historia de la humanidad e independientemente de las diversas culturas y civilizaciones que han existido.



El problema no esta demás, la muerte es algo que afecta a cada ser humano y es lo único que se tiene por seguro. Ninguna otra realidad es, quizá desde la experiencia cotidiana, tan segura como el que un día moriremos, y eso lo convierte en un problema no sólo intelectual, sino profundamente personal.

Diversas respuestas

La visión de la muerte, su significado y relación con la vida misma ha tenido diversas respuestas. Desde los que niegan preocupación alguna por ella, hasta las respuestas de un más allá donde se siga viviendo en la eternidad. Vivir de cara a la muerte ha conllevado diversos ritos de carácter religioso o civil que le dan sentido a una realidad que quizá no la tenga. De ahí que sea tan importante la reflexión entorno a ella y que papel juega en nuestro ser de humanos hasta que grado la muerte es más que sólo dejar de estar y se convierte en, quizá, trascendencia.


Toda reflexión entorno al ser del hombre conlleva el problema de la muerte. Es una realidad de la que no se puede escapar y que está íntimamente ligada al concepto de la vida al grado que se puede tomar consideraciones de diversas: desde lo que piensan que saben qué es la muerte y, en consecuencia, no ha problema; y los que afirman sin más la inmortalidad del alma, cómo si ello quitará la crisis que implica la misma.


Desde lo griegos se ha definido la muerte como la “separación del alma y del cuerpo” tal y como lo presentó Platón. En este caso, el problema de a muerte se resuelve al demostrarse la inmortalidad del alma; sin embargo, no es ni la única visión respecto de la muerte ni quizá la que más valga la pena analizar. De hecho, antes de afirmar la inmortalidad, es necesario analizar bien que significa morir y su importancia.


Acercamientos entorno a la muerte

Uno de los primeros acercamientos, como lo es el fenomenológico, nos revela que sólo el hombre es consciente de la muerte. Esta conciencia ha sido en ocasiones apaciguada o no reflexionada negando la realidad (acudiendo a la argumentación de Epicuro): Si no la siento, no existe, y si no existe, no importa. Pero rechazar la muerte no es por mucho la única visión, ni siquiera la más realista y completa. Al final, se trata sólo de una evasión.


Si algo que se puede observar respecto a la muerte, es que moriremos, lo queramos o no; pero, más allá de nuestra muerte personal, esta el drama de la muerte del ser querido. Filósofos como San Agustín y Gabriel Marcel reflexionaron sobre esto: la muerte del ser amado es, de alguna forma, la muerte de mí mismo. Es decir, cuando se ama a alguien, la muerte de esta persona se vive como propia, algo de nosotros muere con ella, no es algo académico ni impersonal. Al contrario, afecta en todo lo que nos hace ser.


Otro acercamiento al problema de la muerte viene de la visión científica. La muerte viene a ser un fenómeno biológico con sus propias leyes y condiciones. Todo organismo biológico, incluido el hombre, es perecedero. El punto de vista científico ha ayudado a desmitificar el fenómeno de la muerte; no obstante esto, hay una reflexión más profunda: La metafísica.


El tercer acercamiento al fenómeno de la muerte, el metafísico, nos habla de la composición hilemórfica (materia prima y forma sustancial) de los entes materiales, vivos o no vivos. Debido a la materia misma es que los seres naturales no son inmortales, pues la materia cambia, se desestructura, sufre cambios accidentales hasta el grado en que lo accidental se vuelve sustancial y la materia no puede seguir sosteniendo su forma. En el ser vivo, esto es morir.

Muerte "humana"

En el caso del ser humano, la muerte es siempre algo más y trasciende lo meramente biológico. La muerte no es sólo morir, sino que es también la consideración del carácter mortal de la existencia. La muerte humana es, ante todo, la imposibilidad de actualizar ulteriormente la vida personal en el mundo. Sólo el hombre muere, pues es consciente de su realidad como ser finito mientras que los demás seres perecen. Para entender esto, hay que recordar lo dicho anteriormente. El cuerpo del ser humano es un cuerpo humano. Las condiciones del cuerpo son condiciones humanas, es una condición existencial y no meramente biológica.


Esto convierte el drama de la muerte humana en algo totalizante. La muerte es una amputación, recordando la unidad consustancial de cuerpo y alma sostenida en la filosofía aristotélico-tomista. El alma separada del cuerpo es siempre un alma tendiente a dicha unidad. Se podría decir que esta incompleta por haber sido separada del cuerpo a la que esta ordenada.



Ser-para-la-muerte, espíritu encarnado


Este sentido es completamente contrario a la visión de Sartre de la muerte como ajena a la existencia, quitándole así la importancia a la misma. Pero si el hombre es realmente un espíritu encarnado, su ser-para-la-muerte (en términos heideggarianos) no puede separarse de su ser-para-el-mundo. Le es esencial y la experimenta. Sólo en el momento de la muerte es que se experimenta al extremo la unidad de cuerpo y alma. Y puesto que son una unidad -y la muerte inicia desde el día del nacimiento- significa que la muerte está presente en toda la existencia misma del ser humano, no solo al final: le da valor a la vida. La muerte es la orientación de la existencia misma.


Fuentes:
Lucas, R. (2005) El hombre, espíritu encarnado. Sígueme. Disponible en: http://moodle2.unid.edu.mx/dts_cursos_mdl/lic/AE/SH/AM/03/El_hombre_espiritu_encarnado.pdf

sábado, 8 de julio de 2017

Dejar de hablar con las imágenes del pasado

Hace unos días me encontraba navengando en la red social de LinkedIn que está enfocada exclusivamente a profesionistas y currículos y uno de ellos, el profesor Juan José Díaz, había publicado recientemente un artículo titulado "Dejemos de hablar con las imágenes del siglo pasado". El título del artículo es de por sí muy sugerente y me parece expresa una profunda realidad: Las imágenes usadas por los diversos grupos sociales y políticos para categorizar la realidad del siglo XXI son pobres, reduccionistas y -por ende- no aplicables para expresar la realidad actual.

Esto podría parecer una reflexión con poco contacto con la realidad mas el autor logra reconocer algo que no muchos se dan cuenta: Las categorías usadas para expresar la realidad, al no tener vigencia y corresponder a una realidad ya lejana, sólo terminan creando más conflictos, conflictos falsos y atados a un pasado que no sólo no ayuda a construir un nuevo futuro, sino que continua arrastrando incomprensiones y odios sin ninguna validez actual. Ahora sí que a vino nuevo, odres nuevos.


En conclusión, si se quiere realmente analizar y superar la realidad actual, hay que cambiar el marco discursivo por uno que explique la realidad del siglo XXI, y en nuestro caso, la realidad del México de hoy para poder enfrentar de manera realista el presente, cambiarlo y avanzar a un mejor futuro sin falsas y antiguas contraposiciones hoy absurdas.


Para finalizar, me parece importante, como opinión personal, recordar la idea que Heidegger tenía sobre el lenguaje: Nuestro mundo es tan amplio como nuestro lenguaje, es decir, como la conceptualización que tenemos de la realidad y que un cambio en el lenguaje cambia la perspectiva y comprensión de la realidad misma. Muy acertada la crítica de este profesor y muy necesaria en un México donde diferentes grupos sociales o políticos siguen manipulando a las masas con conceptos y lenguajes que nada ayudan al 
progreso del país sino a crear más división y odio.





FUENTE
https://arrobaeudoxa.wordpress.com/2014/11/25/dejemos-de-hablar-con-las-imagenes-del-siglo-pasado/

La observación en Psicología

Uno de los aspectos más importantes de la investigación científica es la observación. La observación es la fuente primaria de la que se recogen datos de la realidad a estudiar, condiciona las relaciones de causa y efecto que en un primer momento puedan inferirse de la misma y enmarca en la experiencia el planteamiento de las hipótesis que en un paso posterior dan pie a la experimentación.


¿Qué es observar?


Observar viene de observatio que etimológicamente significaría la acción de guardar o conservar lo que se tiene por delante. Es una percepción deliberada y en la filosofía aristotélico-tomista coincide con la aprehensión de lo singular. En el caso de la observación científica, esta es una observación planificada.




Observar según el marco de referencia


Sin embargo, la observación tiene diferentes funciones dependiendo de la ciencia en cuestión. No es lo mismo la observación de un fenómeno natural como el desarrollo de una planta (ciencias naturales) a la observación de realidades personales o sociales como en el caso de la psicología o de la sociología (ciencias sociales). Esto se debe a algo que afecta cualquier tipo de observación: La constitución fisiológica del observador, la percepción e ideas que distorsionan la realidad percibida, los valores del observador, su forma de ser, entre otras.


Lo anterior no niega el valor de la observación que, además, es solo un primer paso ya sea en las ciencias naturales o en las ciencias sociales o humanas mas es patente la diferencia existente entre observar un objeto, en este caso el desarrollo de  una planta, a observar el comportamiento de una persona.  Es decir, en las ciencias sociales por hay una implicación más grande por parte del observador que hasta cierto grado es “juez y parte” de lo mismo que estudia hay que plantean no pocas cuestiones epistemológicas sobre el valor de los conocimientos adquiridos.


La observación en Psicología


En psicología, la observación es tanto una parte del método experimental con todas las consideraciones ya dichas, como un método en sí mismo por medio del cual se busca observar las conductas de manera natural y espontanea lo cual implica consideraciones de otro tipo que se unen a las ya mencionadas pues, además de que lo observado esta condicionado por el observador y su realidad fisiológica, psicológica e ideológica, también puede llegar a modificar la conducta del observado. Esto es fácil de entender, no es lo mismo cómo se comporta una persona fuera de la cámara a cuando está siendo grabada. Es decir, la presencia del observador puede alterar aquel comportamiento natural que en teoría se quiere observar.



Todo ello, nos ayuda a comprender porque es importante que ya sea como parte del método experimental o como método independiente, se tengan en consideración las diferencias, ventajas y desventajas de la observación en el ámbito de la ciencia psicológica ya que el impacto en la praxis puede llegar a afectar de gran manera no solo un objeto de estudio, sino la vida personal de aquellos a los que se trata de una u otra forma.

La famosa epojé, suspensión de todo juicio de la fenomenología es una ayuda importante para poder realizar una observación objetiva que nos ayude tanto en el proceso metodológico como en la  praxis de la psicología. En realidad, una buena observación en cualquier ciencia debe considerar la epojé como parte integrante de su método de forma que se pueda percibir la realidad lo más objetivamente hablando al suspender los juicios, creencias y expectativas que condicionan lo observado.



La aplicación de una observación donde se suspende el juicio es de particular importancia en la psicología sin importar la corriente teórica desde donde se aborda el estudio. Lo mismo aplica en el momento en que esta se pone en práctica en la psicología clínica, educativa, laboral o cualquier otra. Una observación sin dicha suspensión puede llegar a nublar el juicio del psicólogo al momento de abordar un caso clínico, o cuando realiza una entrevista de trabajo, por ejemplo. Se entiende entonces que la afectación será sobre la vida de personas lo que a su vez nos lleva que una la observación esta intrínsecamente relacionada tanto a cuestiones metodológicas, epistemológicas y éticas que el psicólogo no puede dejar de lado.



Para finalizar, si bien en las ciencias sociales como lo es la psicología no se puede garantizar una observación tan objetiva como en el caso de las naturales, no deja de tener un gran valor metodológico y un buen grado de objetividad que junto con otros métodos ayudan a tener un conocimiento cierto de las acciones humanas siendo por ello muy válida la idea aristotélica que dice que para objetos de estudio diferente métodos diferentes.


Cómo bien anticipo Aristóteles (y aplica también para las ciencias experimentales): La evidencia pone ante lo ojos un hecho o conjunto de relaciones, pero es en la comprensión donde se entiende el por qué y la causa.





Referencias bibliográficas:
ARTIGAS, M. (1999) Filosofía de la Naturaleza. Navarra: EUNSA
Coon, D. y Mitterer, J. (2010) Introducción a la Psicología.  México: Cengage Learning
Halguin, R.y Krauss, S. (2008) Psicología de la Anormalidad. México: Mc Graw Hill
Silva, A. (2013) Fundamentos filosóficos de la Psicología. México: PAX